Poemas sueltos, I
Perito en lunas
Poemas sueltos, II
El silbo vulnerado
Imagen de tu huella
El rayo que no cesa
Poemas sueltos, III
Viento del pueblo
Poemas sueltos, IV
El hombre acecha
Cancionero y romancero de ausencias
Poemas sueltos, V
Poemas últimos




    POEMAS SUELTOS, V
      (1939?-1940?)


        [1]

    Que cara de herido pongo
    cuando te veo y me miro
    por la ribera del hombro.

    Enterrado me veo,
    crucificado
    en la cruz y en el hoyo
    del desengaño:
    qué mala luna
    me ha empujado a quererte
    como a ninguna.


        [2]

    No sigas muerto
    retrocede a la vida-
    ¿retrocede la lluvia?
    ¿retrocedería?


        [3]

    Pongo cara de herido
    cuando respiras
    y de muerto que sufre
    cuando me miras.
    Tú has conseguido
    tenerme a cada instante
    muerto y herido.


        [4]

    Cuando respiras me hieres,
    cuando me miras me matas,
    tus cejas son dos cuchillos
    negros, tus negras pestañas.


        [5]

    Por la voz de la herida
    que tú me has hecho
    habla desembocando
    todo mi pecho.
    Es mi persona
    una torre de heridas
    que se desploma.


        [6]

    Que me aconseje el mar
    lo que tengo que hacer:
    si matar, si querer.


        [7]


    EL ÚLTIMO RINCÓN

    El último y el primero:
    rincón para el sol más grande,
    sepultura de esta vida
    donde tus ojos no caben.

    Allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.

    Por el olivo lo quiero,
    lo persigo por la calle,
    se sume por los rincones
    donde se sumen los árboles.

    Se ahonda y hace más honda
    la intensidad de mi sangre.

    Los olivos moribundos
    florecen en todo el aire
    y los muchachos se quedan
    cercanos y agonizantes.

    Carne de mi movimiento,
    huesos de ritmos mortales:
    me muero por respirar
    sobre vuestros ademanes.

    Corazón que entre dos piedras
    ansiosas de machacarte,
    de tanto querer te ahogas
    como un mar entre dos mares.
    De tanto querer me ahogo,
    y no me es posible ahogarme.

    Beso que viene rodando
    desde el principio del mundo
    a mi boca por tus labios.
    Beso que va a un porvenir,
    boca como un doble astro
    que entre los astros palpita
    por tantos besos parados,
    por tantas bocas cerradas
    sin un beso solitario.

    ¿Qué hice para que pusieran
    a mi vida tanta cárcel?

    Tu pelo donde lo negro
    ha sufrido las edades
    de la negrura más firme,
    y la más emocionante:
    tu secular pelo negro
    recorro hasta remontarme
    a la negrura primera
    de tus ojos y tus padres,
    al rincón de pelo denso
    donde relampagueaste.

    Como un rincón solitario
    allí el hombre brota y arde.

    Ay, el rincón de tu vientre;
    el callejón de tu carne:
    el callejón sin salida
    donde agonicé una tarde.

    La pólvora y el amor
    marchan sobre las ciudades
    deslumbrando, removiendo
    la población de la sangre.

    El naranjo sabe a vida
    y el olivo a tiempo sabe.
    Y entre el clamor de los dos
    mis pasiones se debaten.

    El último y el primero:
    rincón donde algún cadáver
    siente el arrullo del mundo
    de los amorosos cauces.

    Siesta que ha entenebrecido
    el sol de las humedades.

    Allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.

    Después del amor, la tierra.
    Después de la tierra, nadie.


        [8]


      CANTAR

    Es la casa un palomar
    y la cama un jazminero.
    Las puertas de par en par
    y en el fondo el mundo entero.

    El hijo, tu corazón
    madre que se ha engrandecido.
    Dentro de la habitación
    todo lo que ha florecido.
    El hijo te hace un jardín,
    y tú has hecho al hijo, esposa,
    la habitación del jazmín,
    el palomar de la rosa.

    Alrededor de tu piel
    ato y desato la mía.
    Un mediodía de miel
    rezumas: un mediodía

    ¿Quién en esta casa entró
    y la apartó del desierto?
    Para que me acuerde yo,
    alguien que soy yo y ha muerto.

    Viene la luz más redonda
    a los almendros más blancos.
    La vida, la luz se ahonda
    entre muertos y barrancos.

    Venturoso es el futuro,
    como aquellos horizontes
    de pórfido y mármol puro
    donde respiran los montes.

    Arde la casa encendida
    de besos y sombra amante.
    No puede pasar la vida
    más honda y emocionante.

    Desbordadamente sorda
    la leche alumbra tus huesos.
    Y la casa se desborda
    con ella, el hijo y los besos.

    Tú, tu vientre caudaloso,
    el hijo y el palomar.
    Esposa, sobre tu esposo
    suenan los pasos del mar.


        [9]

    El pez más viejo del río
    de tanta sabiduría
    como amontonó, vivía
    brillantemente sombrío.
    Y el agua le sonreía.

    Tan sombrío llegó a estar
    (nada el agua le divierte)
    que después de meditar,
    tomó el camino del mar,
    es decir, el de la muerte.

    Reíste tú junto al río,
    niño solar. Y ese día
    el pez más viejo del río
    se quitó el aire sombrío.
    Y el agua te sonreía.


        [10]

    Rueda que irás muy lejos.
    Ala que irás muy alto.
    Torre del día, niño.
    Alborear del pájaro.
    Niño: ala, rueda, torre.
    Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
    Ser como nunca ser.
    Nunca serás en tanto.

    Eres mañana. Ven
    con todo de la mano.
    Eres mi ser que vuelve
    hacia su ser más claro.
    El universo eres
    que guía esperanzado.

    Pasión del movimiento,
    la tierra es tu caballo.
    Cabálgala. Domínala.
    Y brotará en su casco
    su piel de vida y muerte,
    de sombra y luz, piafando.
    Asciende. Rueda. Vuela,
    creador de alba y mayo.
    Galopa. Ven. Y colma
    el fondo de mis brazos.


        [11]

    Con dos años, dos flores
    cumples ahora.
    Dos alondras llenando
    toda tu aurora.
    Niño radiante:
    va mi sangre contigo
    siempre adelante.

    Sangre mía, adelante,
    no retrocedas.
    La luz rueda en el mundo,
    mientras tú ruedas.
    Todo te mueve,
    universo de un cuerpo
    dorado y leve.

    Herramienta es tu risa
    luz que proclama
    la victoria del trigo
    sobre la grama.
    Ríe. Contigo
    venceré siempre al tiempo
    que es mi enemigo.


        [12]


    CASIDA DEL SEDIENTO

    Arena del desierto
    soy: desierto de sed.
    Oasis es tu boca
    donde no he de beber.

    Boca: oasis abierto
    a todas las arenas del desierto.

    Húmedo punto en medio
    de un mundo abrasador,
    el de tu cuerpo, el tuyo,
    que nunca es de los dos.

    Cuerpo: pozo cerrado
    a quien la sed y el sol han calcinado.


        [13]

    Desenterrar vivos.
    Yo avivar
    tú parir muertos
    eso hace mujer
    cuando te acuestas.
    Eso hacemos.


        [14]

    Todo es bueno
    y lo hacemos malo
    con nuestro veneno.


        [15]

    Conozco bien los caminos
    conozco los caminantes
    del mar, del fuego, del sueño,
    de la tierra, de los aires.
    Y te conozco a ti
    que estás dentro de mi sangre.

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